El Ayuntamiento de Jaén informa de la licitación de las obras incluidas en el proyecto de intervención arqueológica y puesta en valor de las ruinas de la iglesia de San Miguel, en la plaza del mismo nombre situada en el casco histórico de la ciudad. El objetivo de este proyecto es frenar el deterioro de este inmueble histórico, fruto del paso del tiempo y de la falta de conservación y convertirlo en una ruina arqueológica visitable. Para ello, la inversión prevista es de 334.000 euros financiada con fondos europeos de la Estrategia Europea de Desarrollo Urbano Sostenible Integrado (EDUSI), cofinanciada con fondos Feder y municipales.
El proyecto con el que se abre la licitación cuenta con la supervisión de arquitectos, arqueólogos, archiveros e historiadores entre otro personal del Ayuntamiento de Jaén. Fruto de este trabajo se localizaron y adquirieron hasta cinco inmuebles en los que se ha constatado la presencia de vestigios importantes de la iglesia, desde pinturas a hornacinas y altares. El contrato en licitación contempla la localización mediante demolición controlada de estas viviendas, previa localización y protección de los restos de la iglesia, la documentación de los paramentos interiores y exteriores del inmueble, momento en el que se aprovechará para analizar las distintas etapas por las que pasó el templo, el análisis de los resultados obtenidos a través de sondeos arqueológicos y su valoración, la obtención de muestras para estudio y análisis de las patologías que puedan afectar a los restos del edificio y la elaboración de la propuesta de conservación y puesta en valor de la zona, todo ello supervisado por los técnicos municipales.
La actuación contempla un importante trabajo en lo que se conoce como arqueología de la arquitectura, que es la intervención arqueológica integral de todos los inmuebles que tiene la iglesia, con un estudio de todos los elementos que conforman el entramado de casas que la engloban, desde el subsuelo a las paredes. La documentación que existe sobre la iglesia de San Miguel la sitúa abierta al culto en el siglo XV, con una influencia gótica notable. Ya en el siglo siguiente se produce su ampliación y se convierte en templo de referencia. En la documentación extensa que acompaña a este proyecto en licitación se detalla que el templo tenía una factura similar a las iglesias de San Bartolomé y San Andrés con planta basilical y tres naves. El templo quedó abierto hasta 1874 fecha en la que se procedió a su posterior venta y demolición parcial, puesto que quedan vestigios de valor en las viviendas del entorno que se salvaron de este proceso. Entre ellos, destacan restos del ábside, el muro de la sacristía, una capilla y cripta laterales y el arranque de una de las torres.